Hoy ha muerto a los 91 años de edad Ray Bradbury, autor del famoso Fahrenheit 451, uno de mis libros
favoritos, cuya grandeza fue igualada en el cine por François Truffaut.
Por si aún no lo habéis leído (no sé a que estáis esperando,
¡es un librito de nada!) aquí va una pequeña sinopsis: Guy Montag es un disciplinado
bombero cuya función en la sociedad
es quemar libros, prohibidos por ser causa de discordia y sufrimiento. Pero un
día se atreve a leer y ve como todas
sus creencias son puestas en duda. De pronto, se convierte en un fugitivo,
obligado a escoger entre su seguridad
personal y su libertad intelectual.
Como 1984, de
George Orwell, Fahrenheit 451 es una magnífica crítica de una civilización occidental esclavizada por
los medios de comunicación, los tranquilizantes y el conformismo, así como una reflexión sobre la naturaleza humana, que aspira a obtener la
felicidad aunque ello pase por la más absoluta ignorancia.
Fotograma de la película homónima de François Truffaut (1966)
"Montag es un bombero. Paradojicamente su oficio no
consiste en apagar incendios, sino provocarlos para quemar libros. Los libros
te hacen pensar, replantearte cosas, y eso en el país de Montag esta
terminantemente prohibido. Ser absurdamente feliz y no pensar es lo único
permitido".
Además, la descripción que Bradbury hace de esta sociedad se podría considerar profética: una pantalla de televisión gigantesca en cada casa con programas interactivos
(¿lo más parecido a un reality show?) que aliena a sus habitantes, coches que corren a 150 kilómetros por
hora persiguiendo a peatones y una población que únicamente ve y escucha
aquello que le da el gobierno bien masticado.
Como podéis ver, aunque el libro fue escrito en 1953, es un argumento de rabiosa actualidad en estos tiempos en los que parece que los
gobiernos y multinacionales intentan que seamos cada vez más ignorantes. Porque
un pueblo pensante e informado es un pueblo reflexivo y crítico. Porque la
información al alcance de todos es un peligro que hay que censurar, prohibir y
controlar.
¿La
ignorancia da la felicidad? ¿O nos
hace tan estúpidos que no nos deja ver lo infelices que somos?
Sense cap mena de dubte molts polítics actuals acceptarien aquest sistema (el que descriu Bradbury) però, per sort, no hi ha ningú amb la força possible per arribar a aquests extrems... Si fos possible n'estarien encantats...
ResponderEliminarLa repressió no és possible però la pèrdua de poder és un fet...